Un país como Venezuela, convulsionado, sometido a una inaceptable, innecesaria y agobiante crisis, necesita diálogo. Diálogo no para claudicar sino para profundizar las exigenciasque la mayoría de la población, representada en la Unidad Democrática, viene realizando a un gobierno que se ha convertido en el más grave de los problemas que tenemos los ciudadanos. Queremos diálogo, no para echarle tierra a la lucha que libramos contra el mal que nos afecta, no para que quienes han conducido al país al caos que vivimos ganen tiempo y se mantengan en el poder sin considerar la opinión del pueblo, sino para que, al contrario, logremos presionar para que alcancemos una solución pacífica, constitucional y electoral a esa crisis que ya no es necesario describir porque se ha metido en cada una de nuestras casas.