Casi la totalidad de los venezolanos la estamos pasando mal. Pero quienes representan el mayor porcentaje y están en la pobreza, porque siempre han estado allí o porque se han empobrecido, están sufriendo de una manera inhumana. La indolencia y el cinismo de este gobierno debe apurarnos a buscar ese cambio constitucional que el país exige. Es una tarea de todos que debe ser realizada durante este año 2016.
En estos días he tenido muchas experiencias tan dramáticas como indignantes en mi estado Zulia. Les cuento tres. En un barrio del oeste de Maracaibo, íbamos casa x casa, y al llegar a una casa vimos a una señora joven peleando con su hijo de unos 7 años, casi pegándole. Cuando intervinimos y preguntamos qué pasaba, la madre nos dijo: «es que este niño no entiende que hoy no le toca comer. A él le toca mañana». Ya habíamos escuchado un testimonio muy similar de labios de nuestra compañera diputada Elimar Díaz, quien en la campaña electoral nos contaba su vivencia llena de emociones encontradas.
Recientemente estuvimos varios diputados en el Hospital General del Sur. En medio del recorrido se acercó a nosotros una indígena yukpa, pegando casi alaridos y exigiendo ser escuchada. En síntesis, luego de ver la historia de su esposo, nos dimos cuenta de que había tenido una fractura en una pierna y que por no tener los insumos para atenderlo, en ese momento estaban decidiendo cortarle la pierna ya necrosada. En nuestra visita del Martes Santo a la Sierra de Perijá, con el fin de llevar insumos a una comunidad que ha sido víctima del pavoroso incendio que afecta a la Sierra, fuimos a visitar a esa familia: el señor sentado esperando muletas y silla, y la señora y sus cuatro niños en medio de la peor de las miserias.
También en estos días santos, fuimos a visitar a una dirigente de Primero Justicia. Su trabajo está mostrando dificultades y fuimos a acompañarla y a apoyarla. Llegamos a su casa a la 1 pm y nos dijo que no había levantado a sus hijos para que no tuvieran que desayunar y que ya les estaba preparando el almuerzo que era arroz con un huevo. Nos dijo que por primera vez en su vida se sentía en un nivel de miseria que no podía tolerar. Si a esto sumamos los casos de desnutrición, abandono, depauperación que encontramos en nuestros constantes recorridos, tenemos que concluir que la mayoría de este pueblo venezolano está pasando por una situación signada por la injusticia y que se reduce a la lucha por la sobrevivencia. Esa es nuestra realidad.
Estas cosas reafirman que tenemos la responsabilidad de luchar con inteligencia y constancia para sacar a los desidiosos que ostentan el poder. Venezuela está en manos de gente inescrupulosa a quienes sólo les interesa el pueblo en la medida en que les es útil para su fin último que es el poder por el poder. Desde el principio, esta gestión ha estado dirigida por gente a quien sólo interesa el poder. Por eso han concentrado al estado en una persona, al pueblo en una persona, a las competencias, atribuciones y decisiones en una persona. Por eso han intentado acabar con gobernaciones, alcaldías, parlamentos y todo lo que signifique división o separación del poder. Por eso han intentado acabar con el aparato productivo, con la propiedad y la iniciativa privada, porque la idea es concentrar todo en una persona. Por eso ese afán de controlarlo todo. Para que todo tenga la última palabra en una persona. Mientras tanto, es el pueblo el que sufre. Espero que esta indignación sirva de estímulo para lograr ese buen objetivo de sacar a Maduro, que elijamos un nuevo presidente y que Dios nos permita una conducción dirigida al progreso y al bienestar de un pueblo que se activa para decidir su destino.
Juan Pablo Guanipa V.
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